Valencia 25 de febrero de 2009
Sr. Hermano mayor y junta de gobierno del Gran Poder, Familia, amigos, representantes de las distintas corporaciones, Sevilla:
En el año del señor de 1979 y en el día 2 de febrero me presentaron y bautizaron con túnica blanca color de jardines de murillo y fragancia de San Nicolás. Todo un acontecimiento y homenaje para un futurible pequeño cofrade. Sin embargo ahí no quedaba la celebración, el cortejo proseguía su estación y lo mas grande estaba por llegar.
Las calles estrechas de la judería, el sonido de campanas, el sol inmaculado de Sevilla, la sutil brisa que desgranando gracia, hizo que las Puertas de San Lorenzo se abrieran para que el padre recibiera a su hijo dándole su bendición.
Salón de gala para reunir a los hermanos cofrades en tan digno acontecimiento.
Muchos años han pasado padre desde entonces, pero sabes que no falto a la cita, siempre vengo a verte y cuando llega la madrugá siempre nos vemos en el rincón más íntimo.
Padre que consuelas al necesitado, que animas al desconsolado, que das cobijo al pobre, que sanas al enfermo, que proteges al incrédulo, que traspasas fronteras con tu cruz y llegas a todos los hogares, tu mirada firme y serena, tu expresión dolorosa y a la vez dulce y tu cuerpo erguido con pocas fuerzas de sostener la cruz camino del calvario para la salvación de tus hijos, verdaderamente eres el hijo de Dios, Señor de la humanidad, salvación del mundo y Gran Poder de tus hijos.
Nunca pensé criado en la escuela de San Nicolás, que futuro cofrade me iba a deparar, aprendiendo mucho de la sapiencia de mi padre, los consejos maternales y el cariño de mis hermanas que acudían a verme en la estación de penitencia. Mención especial que tengo que agradecer a mis hermandades de la candelaria y Montserrat por educarme como buen hermano cofrade.
Muchos amigos cofrades que compartimos el mundo del costal y de las buenas tertulias, familiares y amigos veteranos de hermandad, que me dejaron y hoy están en el reino de Nuestro Señor, me legaron la base mas importante para tener un sentido digno de hermandad y se basa en quererla, protegerla, luchar por ella, pues es tu casa y familia. Son valores que hay que valorar y no teniendo nada que ver la procedencia de uno mismo. Creo modestamente que viviendo los tiempos actuales, las divisiones, el no involucrarse y no tener ilusión por remontar, ayudar, colaborar, en lo que nuestros antepasados nos legaron, descuidar las normas de un régimen de hermandad y la vida propia de ella, no son momentos para ello, pero el camino es largo y el Señor es grande, misericordioso y de nombre Jesús del Gran Poder.
Hace nueve años que vivo en Valencia, me case en la Real basílica de la Virgen de los Desamparados, como cofrade puedo deciros que lo paso mal pues no hay mucha tradición de lo nuestro, pero un bendito día junto a mi esposa se nos ocurrió fundar una hermandad pero al estilo sevillano. Lo conseguimos y hace cinco años se erigió canónicamente. Tenemos los problemas de adaptación ya que no se siente ni se vive tan intensamente como en Sevilla, actualmente tenemos una nómina de sesenta hermanos, los cuales y cada uno de ellos les doy mi mayor homenaje por estar presentes y ser pacientes por los momentos que vivimos a nivel de fe.
Queridos hermanos, que nunca se os apague la antorcha de la ilusión, ya tenemos lo mas importante, pues son nuestros benditos titulares, ahora queda un camino muy largo, ¿qué más podemos pedir para ser una hermandad tan joven y en una ciudad que no hay costumbre?, nunca tireis la toalla pues no hay que desesperarse. Gracias de todo corazón a nuestro director espiritual y párroco D. Adolfo Mullor Borrell, por su acogida y apoyo.
Quiero expresar a la Junta de gobierno del Gran Poder, especialmente su Hermano Mayor D. Enrique Esquivias de la Cruz, que sin vosotros no tendríamos este sueño hecho realidad, e aquí un gran sentido de esta maravillosa hermandad “la caridad”. Lo menos que podíamos hacer con toda vuestra generosidad y ayuda al pobre, porque lo somos, es poder concederos el titulo de hermanos de honor a titulo perpetuo, al igual que madrina de honor de nuestra corporación. Gracias de todo corazón por vuestra acogida.
A la ciudad de Sevilla y Valencia, mi más sincera gratitud, soy ahora mismo el hombre más feliz, esta experiencia es única e irrepetible, bendecir a mi Bendita Madre de Gracia, en un marco incomparable y a los pies del Señor de Sevilla.
Gracias a las manos de lo divino, nuestros hermanos artistas, D. Jesús Méndez Lastrucci y Manuel Martín Nieto, sin sus inspiraciones no tendríamos la perfección y el tesoro que poseemos.
Querido amigo Manolo Martín, acabas de poner el listón muy alto, que suerte haberla tenido en tu taller como compañera, ya sabes que no tienes excusas para ir a verla, definitivamente y afirmativamente, Ella es tu obra cumbre.
Especialmente y muy agradecido a D. Francisco Carrera, que con su dilatada carrera y experiencia profesional, nos ha ayudado con todo su empeño, para poder vestir a la virgen
Gracias a mi esposa por acompañarme, aconsejarme, ayudarme y ser participe de este gran proyecto que es levantar una corporación tan joven y necesitada. También por darme dos valores que dicen mucho de ella, su amor y haberme hecho padre de la criatura más maravillosa que tenemos.
A mi padrino D. José Ignacio Jiménez Esquivias, ejemplo, sabiduría, consejero y mejor persona, por ayudarme en todo momento a cumplir este sueño maravilloso, aguantándome mis preocupaciones y dudas. Sabes muy bien que siempre te añore por el poco contacto que teníamos, pero llego el día de volvernos a encontrar y disfrutar juntos de lo que verdaderamente nos gusta que es la vida de hermandad.
En estos precisos momentos en el silencio de iglesia, el Señor del Gran Poder y de los Desamparados de Valencia, espera con eterna alegría la llegada de su Bendita Madre.
No me puedo olvidar de tu sublime mirada, Madre del Mayor Dolor y Traspaso que en tu mirada maternal se refleja hondo pesar del sufrimiento, tus manos fina como la plata y en tus lágrimas llenas de amor soberano dices al mundo entero “yo soy la madre del Señor del Gran poder Y Señor de Sevilla”
Culmino agradeciendo a todos los presentes vuestra compañía y digo con rotundidad:
Que Sevilla No ME HA ABANDONADO.
Ramón Castro Menayo
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